José María Arguedas: literatura y realidad andina.
José María Arguedas, en una nota preliminar “La novela y el problema de la expresión literaria en el Perú”, sostiene que sus primeras creaciones no constituyen ningún tipo de literatura indigenista o india sino que son obras en las cuales el Perú Andino, inquietante y confuso, aparece en todos sus matices, y el indio es tan sólo uno entre los terratenientes, los mestizos y los migrantes suburbanos. “Cómo describir esas aldeas, pueblos y campos…¿En castellano?, se pregunta Arguedas. ¿Después de haberlo aprendido, amado y vivido a través del dulce y palpitante Quechua?.
Para responder a estas interrogantes, Arguedas se propone superar los límites expresivos del castellano de la tradición culta, el mismo que no alcanza a representar con verosimilitud el referente andino. No trata de indianizar el castellano, sino de modificarlo, “quitar y poner, hasta convertirlo en un instrumento propio”, ya que el sistema lingüístico de lengua europea permite dichas permutaciones. En un contexto complejo de bilingüismo, donde todavía se habla vigorosamente el Quechua, Arguedas se propone crear una expresión literaria sui generis. Fue un proceso largo, angustioso, pero un día su escritura comenzó a fruir luminosa, así “como se desliza el agua por los cauces milenarios” porque al fin descubrió “los sutiles desordenamientos que hicieron del castellano el modelo justo, el instrumento adecuado”
Arguedas denominó “mistura” a esta mezcla del quechua y castellano, cuya variedad dialectal está condicionada por los diferentes grados de bilingüismo, ya sea coordinado o subordinado, de los mestizos andinos. Ahora bien, esta lengua literaria ad hoc, --con modificaciones que se acomodan a la morfosintaxis del Quechua, pero que se nutre, asimismo, del Castellano en cuanto al nivel léxico--, logra representar con mayor autenticidad el referente andino, pero todavía adolece del desequilibrio típico de la textura regionalista en el cual los ideolectos del narrador y de los personajes todavía divergen. Dicho de otro modo, en la narración y la descripción se utiliza mayormente el castellano de la alta literatura, y un castellano andino en el diálogo de los personajes andinos.
En Transculturación narrativa en America Latina (1982) Rama describe dicho estadio de este modo: “Siempre la lengua inventada por Arguedas será percibida como un español rudimentario (que elimina artículos, usa abundantes gerundios, prescinde de los reflexivos, conjuga mal los verbos o los fuerza a una ubicación sintáctica desacustumbrada…la estratégica incorporación de algunas palabras quechuas con una significación ritual…” Según el critico uruguayo esta transposición sintáctica se evidencia en Agua y Yawar Fiesta “ y algo [de esto] queda en la escritura de Los ríos profundos”, pero es en esta novela donde [la] transposición sintáctica se ha desplazado del nivel lingüístico al literario, vistos los rasgos que distinguen a esta novela de las obras anteriores; manejo rítimico, extraordinariamente presto; precisión para utilizar la elipsis; introducción de modos poéticos emparentados con la poesía popular; hilación entrecortada de los episodios narrativos; formas indirectas de acometer los desarrollos narrativos, etc.)
En obras posteriores a Agua y Yawar Fiesta, Arguedas abandona dicha lengua artificial y logra cristalizar en Los ríos profundos un lenguaje literario cuya integración lingüística concede organicidad artística al relato.
Por su parte, Alberto Escobar, en Arguedas o la utopia de la lengua (1984 )describió magistralmente el segundo estadio de la escritura arguediana en estos términos:”[El] indio quechuahablante (...) produ[ce] fluidamente como si lo hiciera en su lengua materna, y (..) el lector lo le[e} como si lo comprendiera. Esta mecánica supone dos cuestiones: a. el lector sabe que él no domina ni conoce el quechua; y b. sabe así que el actor indio no tiene control suficiente del castellano y que aparece como si estuviera hablando quechua. De esta manera la relación translingüística actualiza el mensaje quechua, hace presente lo que no está a la vista; hay una correlación entre los dos términos de la ecuación: el castellano es lo presente y el quechua la lengua copresente, merced a la organización de los rasgos de la literaridad”
Sea como fuere, todavía queda mucho que hacer labor crítca con respecto a dicha organicidad artística de la excelsa escritura de José María Arguedas.